En nuestro país, qué no se ha dicho y
escrito sobre la calidad de nuestra educación, y, por supuesto, en la mayoría
de los casos, la sentencia sobre su baja calidad es atribuida en forma
inmediata a un docente con una caracterización muy folclórica, a saber de: Adocenado,
desactualizado y en el peor de los casos, ignaro del rol que como líder debería
desempeñar en su entorno o comunidad, sin tomar en consideración que el
problema educativo no reside únicamente allí. Decía un filosofo hindú que la
acción de enseñar y educar a un individuo sin hacer otro tanto con la Sociedad es como salir en
busca de marfil; cuando se le encuentra, se da uno cuenta que prendido a él,
está un elefante.
Sin embargo, el presente artículo pretende, no
sutilizar sobre la complejidad de esta realidad contextual, muy por el
contrario, hacer un llamado a ese docente de corazón, con verdadera vocación de
servicio, que los hay y en una proporción muy abrumadora, buena parte de ellos son la generación de relevo,
y a propósito del clima conflictivo que vive nuestro gremio docente, vaya
entonces el estímulo y palabra de aliento para que no desmayen por causa de
algunas voces agoreras, pues en esta loable pero “quijotesca” profesión nunca
faltarán los profetas del desastre sobre todo ahora cuando se emprende una acción
permanente del logro de una transformación curricular sobre la base de una
Teoría Constructivista que es camino de salida y solución, no laberinto. Y más
que un saludo a la bandera, lo que se quiere y desea con reconocer su labor es
elevar exponencialmente vuestra autoestima, pues también es muy cierto que es
poco pero significativo el porcentaje de la población que comprende el noble
orgullo y la satisfacción que produce el enseñar a niñas, niños y adolescentes.
Y sin ánimo de caer en agrias polémicas, el llamado es a la unidad. El
adocenamiento es un mal que puede anular los deseos de luchar por la dignidad.
Hoy más que nunca nuestras reivindicaciones por mejoras sustanciales en el aspecto
cualitativo como cuantitativo son un el escenario propicio para un debate con
respecto a poca importancia que le confiere el gobierno, sin importar que la
problemática trascienda a otros ámbitos.
Debemos reconocer que la carrera del maestro
tiene disímiles comentarios en la opinión pública, desde catalogarse al gremio
docente como aficionados a la protesta
por la vía de la acción de huelgas y paros injustificados hasta la de
proletarios intelectuales, pero dejando a un lado esta cantidad de
calificativos, quiero aprovechar la ocasión para compartir unas reflexiones
finales: Error profundo explicar que la profesión de Maestro es carrera
azarosa, sin prestigio reconocido por las razones supra enumeradas y difícil es
comprender cuán hermoso es este apostolado y la satisfacción que reporta.
Dígase lo que se quiera, la caridad de
la enseñanza tiene también sus placeres, sobre todo cuando brota de lo íntimo y
se asocia a ese calor simpático de la humanidad que tanta autoridad y prestigio
da a la palabra de MAESTRO.
Y finalizo citando otra de sus frases
dedicadas al magisterio bastante conmovedora: “Ser padre, algo es; ser Maestro,
es más aún”
Enhorabuena, apreciados educadores en esta
hora crucial, donde la
Sociedad reconoce que en todo tiempo valora vuestro esfuerzo
como un verdadero POTOSÍ
“El fruto del silencio es la Oración,
el fruto de la Oración
es la Fe , el
fruto de la Fe es
el Amor, el fruto del Amor es el Servicio, el fruto del Servicio es la PAZ ” - Madre Teresa de
Calcuta
Hermes Antonio Varillas Labrador
-Educador y Comunicador Social
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