lunes, 28 de enero de 2013

“El Buen Maestro Frente A Inevitables Conductas Disruptivas”


“El Buen Maestro Frente A Inevitables Conductas Disruptivas”

-       Hermes Antonio Varillas Labrador

Hablar de conductas disruptivas en el aula de clase es hablar de problemas de comportamiento, es hablar de indisciplina, es sencillamente enfrentarse a conductas que van desde la manifestaciones agresivas hasta la interrupción o desajuste en el desarrollo evolutivo del niño imposibilitándolo para crear y mantener relaciones sociales saludables, tanto con adultos como con sus compañeros de clase.

Se manifiestan en una amplia gama de procederes inapropiados de algunos alumnos que obstaculizan la marcha normal de las actividades en el aula.  La falta de cooperación, malos hábitos de formación, instrucción y cortesía, insolencia, desobediencia, provocación, violencia física o verbal, son signos de tal anomalía. En definitiva, la disrupción dificulta el aprendizaje y las relaciones interpersonales.

Generalmente se presentan principalmente en niños o adolescentes que quieren llamar la atención de sus compañeros o del adulto y que tienen problemas de carencia de normas, de afecto, o también cuando son demasiado impulsivos, etc. Pudiese considerarse tal comportamiento como tácticas para probar al adulto y tener protagonismo entre los demás compañeros.

Tales conductas indudablemente que generan conflicto y es parte inevitable del proceso de crecimiento y desarrollo de cualquier grupo social y del ser humano. Lo importante es ser capaz de tratar los conflictos de forma inteligente y no dejarse llevar por el stress (para que los niños o adolescentes aprendan cómo se resuelven de forma constructiva). Los conflictos muchas veces no pueden resolverse, sólo contenerse o atenuarse... No se puede (ni se debe) pretender modelar la vida de un niño en unos meses, si lleva toda una vida indisciplinada.

El niño y el adolescente transcurre buena parte del día en su centro de enseñanza, luego es casi  inevitable que existan en las instituciones educativas las manifestaciones de conductas disruptivas, sin embargo el problema se ha de agudizar, si existe indolencia e indiferencia por parte de quienes están llamados a cumplir la labor de pedagogos, de guiar y llevar de la mano al estudiante, con o sin problemas de comportamiento.

Es muy fácil para un ser que se dice ser maestro, trabajar con alumnos sobresalientes y disciplinados, en otrora época la fórmula para enfrentar el caso de estudiantes con problemas de conducta, era buscar los medios para que desertarán e incluso existían reglamentos que nada tenían que ver con la convivencia armoniosa, que de forma permisiva ayudaron a una cómplice exclusión de estudiantes que merecían una mejor oportunidad mediante condiciones más idóneas, pedagógicas y basadas en la inclusión. Tan irreflexivo era el procedimiento, tal cual como señala R. Dawkings: “Considero un abuso moral y psicológico decirle a un niño que si se porta mal, su destino es el castigo eterno en el infierno”.

El reto de un buen docente no estriba en formar con vocación y esmero a estudiantes con muy buena conducta, su profesionalismo mediante el uso de la ciencia, de la psicología, de la pedagogía, de la orientación, se demuestra en el tratamiento adecuado y efectivo de quienes requieren mayor atención, los estudiantes con problemas de disciplina y de comportamiento.
Para culminar dos frases bastante reflexivas como colofón:

“Pongamos en práctica elogiar más a nuestros hijos por sus talentos que criticarlos y corregirlos por sus errores” – Anónimo

“Los niños en las escuelas están rodeados de muros, no le termines de cerrar las ventanas de sus posibilidades y potencialidades con prejuicios y luego pretendas que aprendan de la vida” – H. V. L.