lunes, 20 de mayo de 2013

“La Comunicación Efectiva Entre Docentes” - Hermes Varillas Labrador


                                             
Las acciones del ser humano que en la historia de la humanidad han dado como frutos el avance en cuanto a desarrollo y progreso, ha contado con el concurso de muchas herramientas, verbigracia la ciencia, la tecnología, o recursos tales como materiales físicos, o financieros, y podría mencionarse una larga lista de elementos que a la postre constituyen los pilares de toda acción creadora e innovadora, sin embargo, no se debe obviar un recurso que es imprescindible en estas lides y demás quehacer humano. Lo constituye la misma acción de hombre en cuanto a organización para el trabajo en equipo, y por ello se debe destacar que es la comunicación, la actividad más importante que definitivamente permite logros, éxitos, conquistas, metas e incluso realización de sueños casi imposibles de concretar.
Particularmente en educación, la comunicación es uno de los elementos esenciales para poder hablar de calidad del proceso y de los resultados deseados, y por supuesto esa comunicación debe darse en todos los actores y autores que  intervienen en el hecho educativo, en todo momento, en todo espacio.  Indudablemente, no se trata de una simple comunicación, la efectividad de la comunicación depende de cuán buena disposición al diálogo exista entre quienes son los interlocutores. De allí un axioma que no requiere comprobación mediante método científico, sino una verificación de lo acontecido en la realidad, a saber de: El método más efectivo para mejorar sustancialmente la educación consiste en poner a los docentes a comunicarse entre ellos.
De acuerdo con Bateson (1998), se hace evidente darle un vuelco a la cultura conceptual pasada, por lo tanto es necesario reinterpretar los elementos que conforman el proceso comunicacional y a partir de ello indagar cómo la conducta individual regula y se apropia del contexto, como así también, por supuesto, de sus códigos, significados y contenidos. Ello, debido al vertiginoso movimiento de las sociedades postmodernas que han generado cambios intensos en las interrelaciones sociales.
Producto de ellas y de la globalización del mundo las nuevas generaciones adquieren el conocimiento de disímiles fuentes, el significado de esto es que a la aprehensión de los saberes no sólo le es dado por el docente, sino que se da igualmente por otros medios como la televisión, Internet, etc. El hecho exige del docente la adaptación de los contenidos educacionales a la experiencia cognoscitiva del estudiante en un proceso directo con la realidad basada fundamentalmente en las vivencias empíricas y concretas, para así evitar las fantasías, ellas en consecuencia, pueden conducir a la llamada incomunicación.
En un grupo, tanto en estudiantes así como en quienes son llamados a compartir ideas y experiencias, los docentes, existe incomunicación porque no se da una fuerza positiva en los mensajes y por consiguiente no hay un desarrollo armónico, que permita que las contradicciones del diálogo tengan salidas positivas, en consecuencia no hay un desarrollo progresivo de las capacidades intelectuales y cognoscitivas que son esenciales para el desarrollo de los sujetos en su personalidad, esta incomunicación escinde, divide al sujeto en una diversidad de roles dentro de la sociedad. (Castilla, C. 2000)
La personalidad y la enajenación producida a través de la incomunicación escolar se pueden superar en la medida en que se produzca una coherente comunicación, con la que el alumno pueda dominar el contexto que lo rodea como una totalidad y adquiera experiencias a partir de ésta. Por ello afirma Mestre, G (2000) que:
...se hace necesario que profesoras y profesores reflexionen, cómo se da el proceso de comunicación que permita asumir la enseñanza en su articulación con múltiples formas de expresión desde el lenguaje propio, el lenguaje de los otros, la informática, etc, en fin la comunicación en su totalidad. (p 2).
Lo que sí es fundamental que se puntualice es que repetidas experiencias han demostrado que no es posible un cambio de la cultura y del quehacer pedagógico de las escuelas sin un proceso de reflexión compartido en el interior de su cuerpo docente. Marchesi y Martín señalan algunas investigaciones en las que se observa cómo en las escuelas de calidad existe. “..un proyecto compartido.... y una cultura entre los profesores en la que se valora el esfuerzo para conseguir unos objetivos comunes...” (1998: 167), todo esto sostenido en una actitud de reflexión en y sobre la propia práctica.
En Venezuela como en países con sistemas educativos basados  en la teoría constructivista muy acertadamente, con miras a atacar esa falencia de la incomunicación, el deber ser se inclina a inspirarse en el éxito logrado en los Círculos de Calidad de empresas japonesas, los Círculos de Acción Docente (CAD), hoy conocidos como Colectivos de Formación Permanente e Investigación y que son una posibilidad para lograr que cada miembro de la comunidad docente de las escuelas se reconozca como parte fundamental de un engranaje, y se integre a un esfuerzo compartido por elevar la calidad de los procesos de enseñanza y aprendizaje que se desarrollan en cada aula de la escuela. A partir de este reconocimiento los procesos de formación y perfeccionamiento de la práctica pueden tener mayor éxito, pues gozan del sentido que les da la necesidad de solucionar un problema de “todos”, tarea aún pendiente que podría mejorar sustancialmente la calidad educativa.
Los Círculos de Calidad son “...una forma de resolución de problemas y establecimiento de metas en grupo, que se concentran, primordialmente en mantener y mejorar la calidad de los procesos y productos...” (De Contreras y Chacín, 1997: 1). Hay que resaltar en esta definición que la condición o elemento que une y le da sentido a un esfuerzo de formación y trabajo compartido es la necesidad de resolver problemas acerca de la calidad del producto. En este sentido, la visión compartida nace de la visualización y el reconocimiento del “problema” y de la necesidad común de investigación, de formación y reflexión sobre la práctica, con miras a la solución del mismo.
No obtiene los mismos resultados un docente aislado, a uno que comparte sus experiencias, los resultados obtenidos de su planificación, comenta las fortalezas, debilidades, amenazas y oportunidades del grupo con el resto de colegas, quien de forma profesional analiza y decide de manera corresponsable encuentros y desacuerdos en su quehacer con el resto de colegas docentes tendrá asegurado un desempeño mejor orientado, mejor consultado, mejor apoyado.
Los Círculos de Acción Docente, actualmente “Colectivos de Formación  Permanente e Investigación” como espacios de reflexión, formación y perfeccionamiento pedagógico tienen posibilidad de sobrevivir y revalorizarse si, y sólo si, el cuerpo docente y el directivo identifican y asumen problemas que quiere resolver como colectivo. “Ahora ya nadie educa a nadie, así como tampoco nadie se educa a sí mismo, los hombres se educan en comunión, mediatizados por el mundo”. Paulo Freire, 1969
Ya desde la década de los ochenta se reconoce que la mejor vía de formación permanente es la reflexión conjunta de los maestros de una escuela sobre su propia experiencia. Sin embargo, el proceso no se da ni se mantiene si la formación no es significativa para los docentes. La manera más expedita de darle esta significación es a través de una visión compartida y de la elaboración de un plan colectivo que permita hacer seguimiento y valorar los esfuerzos por mejorar las acciones y sus resultados. Esta es la médula de los espacios mencionados: la formación participativa y reflexiva de los docentes en función del compromiso de resolver progresivamente y conjuntamente un problema concreto de calidad pedagógica de la escuela.
Con relación al Colectivo de Formación Permanente e Investigación, se concibe el proceso formativo en un contexto de Encuentro humano, donde se pretende facilitar un proceso de diálogo de saberes, entre el saber académico y el saber popular; de reflexión, análisis y síntesis creativa mediante la participación de cada integrante pues, a partir de la visión y opinión de cada uno de ellos, se posibilita la construcción de saberes en colectivo, para consolidar el desarrollo de una educación incluyente y de calidad. La modalidad de trabajo de los Colectivos de Formación Permanente e Investigación difiere de los eventos académicos habituales, ya que se privilegia la reflexión en grupo y las aportaciones en los debates en plenarias, con el ánimo de favorecer la construcción colectiva y la mayor horizontalidad posible en las participaciones.
En los colectivos la formación permanente se desarrolla fundamentalmente en espacios para compartir experiencias en un entorno inmerso en la práctica de la solidaridad, la cooperación, el bien común, fomentando la cultura de la paz; desarrollando la virtud en el ser humano de recrear dichos saberes y experiencias de manera práctica; con sentido y significado social. Los referentes teórico – prácticos han de ser abiertos, desarrollándose como círculos en espiral y requiere de cada participante un sincero afán de aprender, comprender y generar conocimientos, de vernos en el espejo de las y los otros, recuperar identidades, historias personales y colectivas.
Todo lo anterior, en teoría es el deber ser de una transformación curricular que pone en las manos de los docentes una valiosa herramienta como fortalezas para atacar debilidades y amenazas que se deriven de esa falta de comunicación efectiva que es un problema de todos, pero que requiere en primera instancia del tratamiento de quienes gerencian en la Institución y mucho más allá, la responsabilidad pudiese recaer incluso en la supervisión escolar del Plantel. En el ámbito nacional y regional, Canales (2004), señala que la formación administrativa del directivo de la educación venezolana es deficiente, razón por la cual, no se están generando los cambios que se deben promover en función del Currículo Básico Nacional y líneas estratégicas de carácter administrativo. (P. 72)
Las evidencias anteriores que son factores a tomar en cuenta con relación a la incomunicación, que son amenaza y a su vez debilidad en todas las instituciones del país, conducen a señalar que muchas de las veces se deben a cuestiones que caen en el plano no profesional, por señalarlo de cierta manera, son referidas a una relación deteriorada por rivalidades muy folclóricas que merecen ser tratadas mediante un Plan de Acción que contemple la realización de Jornadas de Relaciones Humanas, la revisión del rol como docentes,  entre otras, mediante el Colectivo de Formación Permanente e Investigación y que permita a la postre lograr la unión, armonía y trabajo sostenido como equipo en una Institución.

Referencias:

Bateson, G. y otros. (1998). La nueva comunicación. Barcelona. España.    Editorial Kairos. Canales,

Castilla, C. (2000). La incomunicación. Barcelona. España. Editorial Península.

De Contreras, Odalis y Chacín A., Sandra L. (1997): Material de apoyo sobre Círculos de Acción Docente. Caracas: CENAMEC.

Marchesi, Álvaro y Martín, Elena (1998): Calidad de la enseñanza   en tiempos de cambios. Madrid: Alianza Editorial.

Mestre G, U. (2000). Comunicación y Educación. La Vergüenza de Haber sido y el Dolor de ya no Ser. (Revista en Línea) Disponible en: htpp/artículo/ comunicación.htm. Consulta: (2013, enero, 19).

Pablo Freire. La Educación como práctica de libertad. Siglo XXI Editores. Argentina. 1969

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