“Qué grave
problema para una Nación cuando su gobierno se dedica a gastar los pocos o
muchos recursos que posee en armas, en artefactos bélicos, en el sector militar,
dando la espalda a la verdadera necesidad de inversión en la calidad de su
educación.” – H. V. L.
En el caso
venezolano, a la fecha, junio del 2013, la realidad es dramática, toda vez que
es una inexplicable paradoja lo ocurrido con el destino de nuestras universidades,
cada día más desasistidas por el oficialismo. No es gratis la inyección de
recursos que debería llegar a nuestra “Alma Mater”, sin discusión y sin
necesidad de protesta alguna. En la Carta Magna se lee: “En todo caso, la
inversión presupuestaria que para estos fines realice el Estado tendrá carácter
prioritario y estará en concordancia con las recomendaciones de la UNESCO en
esta área.”
Esta desatención
tiene su explicación sobre la base del desconocimiento que pretende dársele a
la autonomía universitaria, la cual representa un serio peligro para los
intereses del proceso llamado revolución socialista, se niega de plano que
dicha autonomía como principio y jerarquía de profesores, estudiantes y
egresados de su comunidad, pueda asegurar a la Nación mediante la búsqueda del conocimiento
a través de la investigación científica, humanística y tecnológica, un
beneficio espiritual y material.
En parte el señalamiento
anterior tiene su explicación en la división sistemática originada en el seno
de actores y autores del hecho educativo universitario. En prensa nacional se
puede leer: “Dos manifestaciones se llevaron a cabo en Caracas para mostrar
apoyo y rechazo a la medida propuesta por la Federación de Asociaciones de
Profesores Universitarios de Venezuela (Fapuv)”.
La diversidad
de posturas ante el llamado a un Paro indefinido de actividades académicas es
un punto a favor del gobierno, dividir ha dado resultados en cuanto a dilación
de la problemática desde hace varios meses atrás, al disipar la idea de un
reclamo justo en unidad, sin fragmentaciones. Sin ánimo de profetizar, la petición
de discutir el aumento salarial para los docentes vía normas de homologación continuará
por varias fechas sin ser tomada en consideración mucho menos ser validada. Se hacen
esfuerzos en la comunidad universitaria mediante elecciones directas para tomar
una decisión consensuada, solo queda esperar que salga humo blanco de tal
consulta.
A esto se suma
el problema similar de aumento y discusión de una Contratación Colectiva vencida,
por parte de docentes ante el Ministerio del Poder Popular para la Educación,
con la agravante que de siete Federaciones o sindicatos que les agrupa, la
mayoría también tienen vencidos sus ejercicios según sus estatutos, amén que
cada federación o sindicato mantiene posición muy inclinada a sus intereses
particulares y no del colectivo.
El panorama no
es nada halagador, se espera del gobierno buena disposición de diálogo para
resolver ambos conflictos sin darle más largas al asunto, en razón que los más
perjudicados en todo caso, son los estudiantes quienes de manera directa e
indirecta pagan las consecuencias de una educación bajo un clima de tensión, de
confrontación, de pocas condiciones pedagógicas y laborales, tal cual lo
establecen las leyes que rigen la materia educativa.
Hermes
Varillas Labrador
Educador
y comunicador social
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