Las acciones del ser humano que
en la historia de la humanidad han dado como frutos el avance en cuanto a
desarrollo y progreso, ha contado con el concurso de muchas herramientas,
verbigracia la ciencia, la tecnología, o recursos tales como materiales
físicos, o financieros, y podría mencionarse una larga lista de elementos que a
la postre constituyen los pilares de toda acción creadora e innovadora, sin
embargo, no se debe obviar un recurso que es imprescindible en estas lides y
demás quehacer humano. Lo constituye la misma acción de hombre en cuanto a
organización para el trabajo en equipo, y por ello se debe destacar que es la
comunicación, la actividad más importante que definitivamente permite logros,
éxitos, conquistas, metas e incluso realización de sueños casi imposibles de
concretar.
Particularmente en educación, la
comunicación es uno de los elementos esenciales para poder hablar de calidad
del proceso y de los resultados deseados, y por supuesto esa comunicación debe
darse en todos los actores y autores que
intervienen en el hecho educativo, en todo momento, en todo
espacio. Indudablemente, no se trata de
una simple comunicación, la efectividad de la comunicación depende de cuán
buena disposición al diálogo exista entre quienes son los interlocutores. De allí
un axioma que no requiere comprobación mediante método científico, sino una
verificación de lo acontecido en la realidad, a saber de: El método más
efectivo para mejorar sustancialmente la educación consiste en poner a los
docentes a comunicarse entre ellos.
De acuerdo con Bateson (1998), se
hace evidente darle un vuelco a la cultura conceptual pasada, por lo tanto es
necesario reinterpretar los elementos que conforman el proceso comunicacional y
a partir de ello indagar cómo la conducta individual regula y se apropia del
contexto, como así también, por supuesto, de sus códigos, significados y
contenidos. Ello, debido al vertiginoso movimiento de las sociedades
postmodernas que han generado cambios intensos en las interrelaciones sociales.
Producto de ellas y de la
globalización del mundo las nuevas generaciones adquieren el conocimiento de
disímiles fuentes, el significado de esto es que a la aprehensión de los
saberes no sólo le es dado por el docente, sino que se da igualmente por otros
medios como la televisión, Internet, etc. El hecho exige del docente la
adaptación de los contenidos educacionales a la experiencia cognoscitiva del
estudiante en un proceso directo con la realidad basada fundamentalmente en las
vivencias empíricas y concretas, para así evitar las fantasías, ellas en
consecuencia, pueden conducir a la llamada incomunicación.
En un grupo, tanto en estudiantes
así como en quienes son llamados a compartir ideas y experiencias, los
docentes, existe incomunicación porque no se da una fuerza positiva en los
mensajes y por consiguiente no hay un desarrollo armónico, que permita que las
contradicciones del diálogo tengan salidas positivas, en consecuencia no hay un
desarrollo progresivo de las capacidades intelectuales y cognoscitivas que son
esenciales para el desarrollo de los sujetos en su personalidad, esta
incomunicación escinde, divide al sujeto en una diversidad de roles dentro de
la sociedad. (Castilla, C. 2000)
La personalidad y la enajenación
producida a través de la incomunicación escolar se pueden superar en la medida
en que se produzca una coherente comunicación, con la que el alumno pueda
dominar el contexto que lo rodea como una totalidad y adquiera experiencias a
partir de ésta. Por ello afirma Mestre, G (2000) que:
...se hace necesario que
profesoras y profesores reflexionen, cómo se da el proceso de comunicación que
permita asumir la enseñanza en su articulación con múltiples formas de
expresión desde el lenguaje propio, el lenguaje de los otros, la informática,
etc, en fin la comunicación en su totalidad. (p 2).
Lo que sí es fundamental que se
puntualice es que repetidas experiencias han demostrado que no es posible un
cambio de la cultura y del quehacer pedagógico de las escuelas sin un proceso
de reflexión compartido en el interior de su cuerpo docente. Marchesi y Martín
señalan algunas investigaciones en las que se observa cómo en las escuelas de
calidad existe. “..un proyecto compartido.... y una cultura entre los
profesores en la que se valora el esfuerzo para conseguir unos objetivos
comunes...” (1998: 167), todo esto sostenido en una actitud de reflexión en y
sobre la propia práctica.
En Venezuela como en países con
sistemas educativos basados en la teoría
constructivista muy acertadamente, con miras a atacar esa falencia de la
incomunicación, el deber ser se inclina a inspirarse en el éxito logrado en los
Círculos de Calidad de empresas japonesas, los Círculos de Acción Docente
(CAD), hoy conocidos como Colectivos de Formación Permanente e Investigación y que
son una posibilidad para lograr que cada miembro de la comunidad docente de las
escuelas se reconozca como parte fundamental de un engranaje, y se integre a un
esfuerzo compartido por elevar la calidad de los procesos de enseñanza y
aprendizaje que se desarrollan en cada aula de la escuela. A partir de este
reconocimiento los procesos de formación y perfeccionamiento de la práctica
pueden tener mayor éxito, pues gozan del sentido que les da la necesidad de
solucionar un problema de “todos”, tarea aún pendiente que podría mejorar
sustancialmente la calidad educativa.
Los Círculos de Calidad son
“...una forma de resolución de problemas y establecimiento de metas en grupo,
que se concentran, primordialmente en mantener y mejorar la calidad de los
procesos y productos...” (De Contreras y Chacín, 1997: 1). Hay que resaltar en
esta definición que la condición o elemento que une y le da sentido a un
esfuerzo de formación y trabajo compartido es la necesidad de resolver
problemas acerca de la calidad del producto. En este sentido, la visión
compartida nace de la visualización y el reconocimiento del “problema” y de la
necesidad común de investigación, de formación y reflexión sobre la práctica,
con miras a la solución del mismo.
No obtiene los mismos resultados
un docente aislado, a uno que comparte sus experiencias, los resultados
obtenidos de su planificación, comenta las fortalezas, debilidades, amenazas y
oportunidades del grupo con el resto de colegas, quien de forma profesional
analiza y decide de manera corresponsable encuentros y desacuerdos en su
quehacer con el resto de colegas docentes tendrá asegurado un desempeño mejor
orientado, mejor consultado, mejor apoyado.
Los Círculos de Acción Docente,
actualmente “Colectivos de Formación
Permanente e Investigación” como espacios de reflexión, formación y
perfeccionamiento pedagógico tienen posibilidad de sobrevivir y revalorizarse si,
y sólo si, el cuerpo docente y el directivo identifican y asumen problemas que
quiere resolver como colectivo. “Ahora ya nadie educa a nadie, así como tampoco
nadie se educa a sí mismo, los hombres se educan en comunión, mediatizados por
el mundo”. Paulo Freire, 1969
Ya desde la década de los ochenta
se reconoce que la mejor vía de formación permanente es la reflexión conjunta
de los maestros de una escuela sobre su propia experiencia. Sin embargo, el
proceso no se da ni se mantiene si la formación no es significativa para los
docentes. La manera más expedita de darle esta significación es a través de una
visión compartida y de la elaboración de un plan colectivo que permita hacer
seguimiento y valorar los esfuerzos por mejorar las acciones y sus resultados.
Esta es la médula de los espacios mencionados: la formación participativa y
reflexiva de los docentes en función del compromiso de resolver progresivamente
y conjuntamente un problema concreto de calidad pedagógica de la escuela.
Con relación al Colectivo de Formación
Permanente e Investigación, se concibe el proceso formativo en un contexto de
Encuentro humano, donde se pretende facilitar un proceso de diálogo de saberes,
entre el saber académico y el saber popular; de reflexión, análisis y síntesis
creativa mediante la participación de cada integrante pues, a partir de la
visión y opinión de cada uno de ellos, se posibilita la construcción de saberes
en colectivo, para consolidar el desarrollo de una educación incluyente y de
calidad. La modalidad de trabajo de los Colectivos de Formación Permanente e
Investigación difiere de los eventos académicos habituales, ya que se
privilegia la reflexión en grupo y las aportaciones en los debates en
plenarias, con el ánimo de favorecer la construcción colectiva y la mayor horizontalidad
posible en las participaciones.
En los colectivos la formación
permanente se desarrolla fundamentalmente en espacios para compartir
experiencias en un entorno inmerso en la práctica de la solidaridad, la
cooperación, el bien común, fomentando la cultura de la paz; desarrollando la
virtud en el ser humano de recrear dichos saberes y experiencias de manera
práctica; con sentido y significado social. Los referentes teórico – prácticos
han de ser abiertos, desarrollándose como círculos en espiral y requiere de
cada participante un sincero afán de aprender, comprender y generar
conocimientos, de vernos en el espejo de las y los otros, recuperar
identidades, historias personales y colectivas.
Todo lo anterior, en teoría es el
deber ser de una transformación curricular que pone en las manos de los
docentes una valiosa herramienta como fortalezas para atacar debilidades y
amenazas que se deriven de esa falta de comunicación efectiva que es un
problema de todos, pero que requiere en primera instancia del tratamiento de
quienes gerencian en la Institución y mucho más allá, la responsabilidad
pudiese recaer incluso en la supervisión escolar del Plantel. En el ámbito
nacional y regional, Canales (2004), señala que la formación administrativa del
directivo de la educación venezolana es deficiente, razón por la cual, no se
están generando los cambios que se deben promover en función del Currículo
Básico Nacional y líneas estratégicas de carácter administrativo. (P. 72)
Las evidencias anteriores que son
factores a tomar en cuenta con relación a la incomunicación, que son amenaza y
a su vez debilidad en todas las instituciones del país, conducen a señalar que
muchas de las veces se deben a cuestiones que caen en el plano no profesional,
por señalarlo de cierta manera, son referidas a una relación deteriorada por
rivalidades muy folclóricas que merecen ser tratadas mediante un Plan de Acción
que contemple la realización de Jornadas de Relaciones Humanas, la revisión del
rol como docentes, entre otras, mediante
el Colectivo de Formación Permanente e Investigación y que permita a la postre
lograr la unión, armonía y trabajo sostenido como equipo en una Institución.
Referencias:
Bateson,
G. y otros. (1998). La nueva comunicación. Barcelona. España. Editorial Kairos. Canales,
Castilla,
C. (2000). La incomunicación. Barcelona. España. Editorial Península.
De
Contreras, Odalis y Chacín A., Sandra L. (1997): Material de apoyo sobre Círculos
de Acción Docente. Caracas: CENAMEC.
Marchesi,
Álvaro y Martín, Elena (1998): Calidad de la enseñanza en tiempos de cambios. Madrid:
Alianza Editorial.
Mestre
G, U. (2000). Comunicación y Educación. La Vergüenza de Haber sido y el Dolor de ya
no Ser. (Revista en Línea) Disponible en: htpp/artículo/
comunicación.htm. Consulta: (2013, enero, 19).
Pablo
Freire. La Educación como práctica de libertad. Siglo XXI Editores.
Argentina. 1969